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Fotografiar a un fotógrafo siempre es para mi un trabajo  especial, cuando tengo delante a alguien que «sabe de fotos» el cuerpo me pide ir despacio, buscar por los rincones, darle un par de vueltas, abusar de su paciencia y hacerle partícipe … para acabar la sesión robándole algo (si él me deja).

Recordé uno de esos recursos que  guardamos en la mochila (ver retrato de Gervasio): fotografiar su reflejo. Y nos pusimos manos a la obra.

   Hacer una foto a su reflejo en el cristal de una de sus fotos es una labor sencilla, pero muy delicada, de modo que buscamos un punto de luz que lo iluminara a él, pero sin iluminar cristal. Usé un tele medio a f2,8 para separar los dos rostros, pues corría el peligro de que  la fuerza del tremendo «quejío» de la foto de Esperanza Fernandez, robara el protagonismo al autor de la foto.
   Y comienza el baile: acércalo, no aléjalo, gíralo un poco, no! para el otro lado que salgo reflejado… no me mires!, mas abajo…

…Es cuestión de trigonometría,  y cuidar mucho el foco, que tiende a irse al paspartú o a la foto, en lugar de al reflejo, y justo cuando todo está en su sutio, que Diego se olvide un instante de mi, y mire la foto, y pillarle. Y finalmente una buena puesta en página, (de Jose Luis Guerra) que ha resuelto magistralmente el tan temido salto de página.

 

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